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Cuando le preguntamos a la interiorista Raquel González qué había supuesto para ella el proyecto de esta vivienda, respondió: “Casi me desmayo cuando me lo dijeron”. Porque llevar a cabo el trabajo de esta vivienda situada en el emblemático Palacio Eguzkialde, de Getxo (Bilbao), no es cualquier proyecto. “Es el proyecto”, enfatiza, “y la envidia de cualquier interiorista del norte de España”. Además, presume de unas vistas privilegiadas al mar, frente al Abra, puerto deportivo de Getxo, en el exclusivo paseo de esta zona residencial de lujo proyectada en forma de ciudad jardín inglesa por sus palacios, mansiones y caseríos de incalculable valor arquitectónico.
Situado en el exclusivo barrio residencial de Neguri, el Palacio Eguzkialde -también conocido como la Casa de la Alcaldesa-, fue construido en 1918 bajo las premisas del estilo montañés. Tras más de una década de abandono y deterioro, ha recuperado todo su esplendor con la ardua rehabilitación llevada a cabo por Construcciones José Martín, dando lugar a cinco viviendas de lujo, cada una con sus particulares, en este caso, con una superficie de 200 metros cuadrados y tres terrazas.
Las obras de la casa -cuyos propietarios son un matrimonio de mediana edad- implicaron casi año y medio de trabajo, y el objetivo se centró en mantener el encanto señorial y clásico del edificio combinado con un diseño moderno y actual que cumple con todos los criterios passivhaus. La intervención del estudio de Raquel González se centró en el proyecto de interiorismo, ya que en la rehabilitación del palacio, en calidad de edificio protegido por Patrimonio, poco se podía alterar a efectos de fachadas y cubierta, así como en la distribución interior y la disposición de los elementos comunes.
El carácter alegre de la propietaria, “muy atrevida para su edad”, encajó rápidamente con la interiorista, especialmente respecto al uso del color, “uno de los sellos que habitualmente ya marcan mi trabajo”
El piso se distribuye en una sola planta a cuatro vientos, lo que da idea de la luz natural que reciben sus estancias, potenciada por la altura de sus techos. Muy acorde con el porte del edificio, se eligió un pavimento de madera de nogal en una disposición de espiga que le da un toque clásico y elegante a toda la vivienda. Para las paredes, la interiorista se decantó por un tono piedra muy sutil que resulta el marco idóneo en cualquier espacio, así como el uso de molduras y papeles que aportan distinción y mucha personalidad al proyecto.
El acceso tiene lugar en la parte central de la vivienda, generando la tradicional división en las dos zonas habituales: de descanso y más social, respectivamente. En el hall, de frente se accede al salón-comedor y donde destaca una estudiada combinación de varias obras de arte, algunos llamativos toques de color y una cuidada selección de piezas de mobiliario para crear un conjunto “con un rollo Art Déco, de tintes sesenteros”, en palabras de la autora del proyecto. De ahí se accede a la terraza principal con vistas al mar planteada en dos ambientes
En la cocina, situada junto al hall, ya se visualiza la relevancia del uso del papel pintado en la vivienda, en este caso, en un llamativo azul. Y lo mismo sucede con el aseo de cortesía y el baño del dormitorio de invitados que, al no disponer de luz natural, se buscó potenciar la iluminación artificial reflejada en unos revestimientos muy especiales con un papel de estampado vegetal y un porcelánico acabado de madera con relieve, respectivamente.
Siguiendo el pasillo al otro lado del hall se ubica el despacho, planteado como una estancia muy versátil, y otro dormitorio, ambos con acceso a una segunda terraza. Y al fondo se sitúa la suite con baño completo y vestidor que, dada su condición esquinera, presume de acceso a dicha terraza y a una tercera. Tanto la luminosidad que recibe como el color blanco predominante ya potencian una estética espaciosa y relajante compartida entre el dormitorio y el vestidor gracias al ventanal que la interiorista abrió sobre el cabecero. El baño se planteó en líneas muy tradicionales, tanto en el pavimento como en el mobiliario a medida.
El resultado del proyecto combina sabiamente una estética clásica muy elegante con obras de arte y elementos actuales, tanto los que se ven como los que no, ya que la rehabilitación del edificio, aunque datado de 1918, ha incluido sistemas domóticos y de aerotermia, dando vida a un proyecto residencial con mucho carácter pero, a la vez, muy confortable en todos los sentidos.
Fotos: David Montero / Estilismo: Cristina Rodríguez Goitia
En el recibidor, obbra sobre consola de Le Patio Bilbao, consola de Décadas SXX y escultura de Maite Carranza. En la cocina, silla tapizada de Décadas SXX. Cajas cristal y tablas de madera de la cocina de Zara Home. Mobiliario cocina de Santos Cocinas. Campana extractora de Pando. Papel pintado de Gastón y Daniela. Pavimento de Porcelanosa.
Sofá, butacas modelo LADY, sillas modelos PAM-AM y mesa de centro, de Décadas SXX. Alfombra, de Javier Velarde. Platanero, de Viveros Fadura. Textil cortinas y almohadones, de HF. En la pared derecha, obra 3d “Los haces de luz se expanden“, serigrafía sobre metacrilato y PVC, de Zaloa Ipiña. Lámpara pie dorada y lámpara pie Vibia, de Luz Bilbao. Escultura mesa centro, de Maite Carranza. Atrezzo de la mesa centro centro y jarrones, de Zara Home. Sofá, barra bar, banquetas, cristalería ámbar y lámpara de sobremesa, de Décadas SXX. Cuadros, de Arístide Stornelli. Almohadón azul Klein, de Gancedo. Consola, de la propiedad. Molduras de escayola, de Martín Deco. Sistema de ventanas, de Bandalux.
Obra, de María Aztiria. Lámpara Tolomeo de pie, de Luz Bilbao. Mesa comedor, sillas y aparador, de Décadas SXX. Esculturas circulares, de Le Patio Bilbao. Bustos africanos, de Arbe Bilbao. Molduras de escayola, de Martín Deco.
Escultura librería y globos terráqueos, de Le Patio Bilbao. Escritorio y lámpara sobremesa, de Décadas SXX. Archivadores, escalímetro, lupa mano, lupa, libreta y cuaderno, de Zara Home. Cajitas, de Agnes Bloom. Tiradores de la librería, de Formani. Sistema de ventanas, de Bandalux.
Obra pared, de María Aztiria. Lámpara de noche, de Polinio con pantalla de HF. Textil ventanas, almohadones colores lisos y estampados, plaid lino mostaza reversible, de HF. Funda nórdica, colcha beige, almohadas y sábanas, de Zara Home. Mesilla de noche y lámpara de pie, de Décadas SXX.
Mobiliario, de Kettal. Almohadones, de HF. Atrezzo jarrones encima mesa comedor, de Zara Home. Lámpara exterior y aplique, de Luz Bilbao. Pavimento, de Porcelanosa.
Espejo sol, de Décadas SXX. Papel pintado, de Cole and Son. Revestimiento y pavimento, de Porcelanosa. Grifería, de Steinberg. Inodoro, de Duravit.
Espejo sobre encimera y jabonera, de Zara Home. Espejo de pared, de Maison du Monde. Revestimiento pared, de Porcelanosa. Lavabo y encimera, de Solid Surface. Grifería, de Steinberg. Inodoro, de Duravit. Mobiliario fabricado por el ebanista del estudio.
Esta reforma de Raquel González es una muestra más de su habilidad con los espacios con historia. También reformó esta vivienda antigua con acabados de vanguardia, donde se refleja de nuevo cómo es capaz de respetar la esencia del edificio, pero dotántolo de la modernidad de hoy en día.
Periodista redactora especializada en interiorismo residencial y contract.
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