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Las noticias que deberías leer antes de dormir
Ocurre habitualmente que, cuando llevamos un vaso de agua a nuestra mesilla para poder beber durante la noche, a la mañana siguiente comprobamos a través del cristal que el líquido está lleno de pequeñas burbujas . Este fenómeno también puede ocurrir cuando abrimos el grifo y llenamos el recipiente de agua para luego dejarlo en reposo.
Pese a que muchas personas pueden pensar que este efecto se debe a que el agua no está en buen estado o que las partículas de polvo han provocado estas burbujas, en realidad la explicación es más sencilla y el cambio de temperaturas es la clave.
Concretamente se debe a la solublidad del gas en el líquido, la cual cambia en función de la temperatura. Esto quiere decir que en el caso en el que el líquido tenga una temperatura más baja que la ambiental y lo dejas quieto, éste tiende a equilibrar su temperatura con el entorno. Para ello, poco a poco el nitrógeno y el oxígeno se liberan del líquido. Finalmente, como el agua no puede contener más aire, el sobrante se manifiesta en forma de burbujas que se adhieren al recipiente. Pero esto solo pasa cuando el agua está más fría que el ambiente, por eso no se produce cuando la metemos en la nevera. Y sí, cambia de sabor.